Una travesía por el cielo de Otoño (Episodio III): “Mitos en el cielo de otoño”

Las diferentes culturas que a lo largo de la historia han observado el cielo, plasmaron en él múltiples imágenes, originadas al unir las estrellas con trazos imaginarios, generando una verdadera "iconografía celeste".

Imágenes en el cielo 

Las diferentes culturas que a lo largo de la historia han observado el cielo, plasmaron en él múltiples imágenes, originadas al unir las estrellas con trazos imaginarios, generando una verdadera "iconografía celeste".

En estas imágenes se reflejaban, usos, costumbres, leyendas y creencias. En suma, la idiosincrasia de cada cultura, siendo diferentes según la época y el lugar donde se desarrollaron.

No debe sorprender entonces, el hecho de que distintas culturas crearan imágenes diferentes a partir de un mismo cielo. Por otra parte, muchas culturas asimilaron constelaciones de otras, interpretándolas según su visión.

En el momento presente las constelaciones son consideradas, no como grupos de estrellas creados por la imaginación Humana, sino como áreas definidas del cielo que contienen al grupo de estrellas.

Son 88 en total que compartimentan todo el firmamento, y a fin de que todos los observadores del cielo “hablen un mismo idioma”, han sido adoptadas a nivel universal.

Finalmente, es importante tener presente que las actuales constelaciones son el resultado de un largo y complejo proceso histórico y técnico. No todas fueron creadas en un mismo momento de la historia, de modo que podemos hablar de constelaciones antiguas y modernas. Las primeras, fundamentalmente, fueron originarias del cercano oriente; las segundas aparecen a partir del siglo XVI y son de origen europeo, concentradas en la parte austral del cielo.

Sobre dioses, héroes y monstruos

Heracles (Hércules), hijo de Zeus y Alcmena, tenía que ser el rey de Argólida (Micenas, Argos, Tirinto y Midea), pues un oráculo había dicho que el próximo varón que naciera en la casa de Perseo sería el rey del lugar. No obstante, Hera no quiso que esto pasase, así que retrasó tres meses el nacimiento de Heracles y adelantó dos meses el alumbramiento de Euristeo, quien también era parte de la casa de Perseo al ser hijo de Nícipe y Esténelo. Zeus se enojó al saber esto, pero no pudo hacer gran cosa. Así, Heracles creció lejos del trono y tuvo por esposa a Mégara, la hija mayor de Creonte, rey de Tebas. Con ella tuvo varios hijos, cifra que varía según la versión del relato. Pero en un ataque de ira producido por Hera, Heracles asesinó a su esposa y a su descendencia, aislándose del mundo por el terrible crimen que había cometido.

En este exilio fue descubierto por su hermano Ificles, quien lo convenció de que visitara al oráculo de Delfos. Aceptando la recomendación, Heracles fue al oráculo y éste le pidió como penitencia por su crimen que debía realizar diez trabajos impuestos por Euristeo, la persona que más odiaba Heracles, y le profetizó además que, luego de estos, se volvería inmortal y pasaría a instalarse junto a los dioses. A pesar del resentimiento, Heracles aceptó su castigo y recibió los trabajos impuestos por el rey usurpador; quien le impuso dos trabajos más, siendo doce en total.

Las constelaciones de Leo y la Hidra nos recuerdan sus dos primeros trabajos.

Constelación de Leo (El León de Nemea)

Dentro de la mitología griega, el león de Nemea era un monstruoso animal que provenía de la unión de Tifón y Equidna, aunque en otras versiones aparece como descendiente de la Quimera, o de Selene y Zeus. Este león había sido enviado a la región de Nemea para infundir el pánico en Peloponeso. Por aquella época, Heracles había aceptado los doce trabajos que, como castigo, le impusiera el oráculo. El primero de ellos consistió en matar al León de Nemea y despojarlo de su impenetrable piel.

Para la tarea Heracles se preparó con toda clase de armas y esperó al león de Nemea en las afueras de la cueva donde habitaba. Cuando lo vio en la distancia, le disparó una flecha que rebotó en la gruesa piel del animal. Luego se enfrentó a él con un garrote de olivo y más tarde con una espada de bronce, pero todo fue inútil. Fue así como descubrió que la piel del animal era impenetrable.

Heracles cambió entonces de estrategia. Aprovechando que la cueva tenía dos entradas, selló una y entró por la otra con las manos desnudas. En medio de las tinieblas, sorprendió al león y lo estranguló con sus propios brazos; pero no pudo despellejarlo con el cuchillo que llevaban en el cinturón. Sin importar cuánto afilara, este no penetraba la piel, y ni siquiera las mismas piedras lograban hacerle algún rasguño. Fue entonces cuando Atenea decidió ayudarlo, aconsejándolo para que usara las garras de la bestia. Se dice que la gruesa piel de este león le sirvió luego a Heracles como armadura.

Constelación de la Hidra (Hidra de Lerna)

Esta fabulosa Hidra, descendiente de Tifón y de Equidna, fue criada por Hera a la sombra de un plátano; la diosa le infundio su odio por Heracles.

Se decía que era hermana del León de Nemea y que por esa razón deseaba tomar venganza contra el héroe. Tan grande era su odio por Heracles que Euristeo la eligió como segunda labor expiatoria para el hijo de Zeus.

La Hidra de Lerna era una serpiente acuática de enorme tamaño, con múltiples aterradoras cabezas y aliento venenoso. Moraba en las profundidades del lago de Lerna cerca de Nauplia, bajo cuyas aguas había una entrada al inframundo que la Hidra cuidaba.

Tras llegar a una ciénaga cercana al lago, Hércules y su sobrino Yolao se cubrieron sus bocas y narices con una tela para protegerse del aliento venenoso de la Hidra. Heracles disparó flechas en llamas al refugio del monstruo para obligarlo a salir. Entonces se enfrentó a ella con su espada, comenzando a cortarle las nueve cabezas que tenía. Pero cada vez que se le cortaba una, otra renacía en el mismo lugar más fuerte que la anterior. Yolao le ayudó quemando el cuello de la cabeza cortada para que no renaciera otra. Al final, la Hidra murió decapitada y Heracles mojó su espada y las puntas de sus flechas con la sangre de la Hidra para que fueran mortíferas para quienes hiriese.

Constelación de Virgo (Astrea – Demeter)

 Astrea:

En la mitología griega, la constelación de Virgo es la representación de Astrea, una titánide, hija de Zeus y Temis, quien era la diosa virgen que llevaba los rayos de Zeus en sus brazos y representaba la justicia humana. Fue también la última inmortal que vivió entre los humanos durante la Edad dorada de Crono, abandonando la Tierra en último lugar cuando ésta se envileció tanto en la Edad del bronce que ya no pudo existir allí  la justicia. Zeus la subió al cielo, situándola entre las estrellas como la constelación Virgo, y la balanza de la justicia que llevaba en las manos se convirtió en la cercana constelación Libra.

Demeter:

La constelación de Virgo puede inspirarse también en la leyenda griega sobre una madre poderosa e influyente llamada Demeter, diosa de los cultivos, la vegetación, la fertilidad y la cosecha. Su hija, Perséfone, fue secuestrada por Hades mientras recogía flores. Su madre, Demeter, tomó represalias haciendo que el crecimiento de todas las plantas y brotes se detuviera. Ante tales eventos, Zeus tuvo que pedir a la diosa Hécate que arbitrara una solución entre Hades y Demeter. Tras oír a ambas partes, Hécate dictaminó que si Perséfone no comía nada mientras estaba en el reino de los muertos, podría ser devuelta a su madre. Desafortunadamente Perséfone comió algunas semillas de granada mientras estaba secuestrada.

Pero Demeter no se dio por vencida y persistió con la suspensión del crecimiento de las plantas hasta que Zeus interfirió de nuevo. Ordenó que Perséfone permaneciera con Hades sólo durante tres meses al año y el resto del año podría volver con su madre. Durante los tres meses con Hades, que es el invierno, el crecimiento de las plantas se detiene. La aparición de la constelación en la primavera señala el regreso de Perséfone junto a su madre Demeter y el nuevo crecimiento de los cultivos.

Constelaciones del Cuervo y la Copa (Corvus – Crater)

En la mitología griega, un cuervo era servidor de Apolo. Este lo envió con una copa a que le trajese agua, pero el cuervo tardó en volver ya que estuvo esperando a que madurara un higo cerca del manantial. Trajo la copa y una serpiente de agua entre sus garras y dijo a Apolo que se había retrasado porque la serpiente le había atacado. Apolo, sabiendo que el cuervo mentía, puso a los tres en el cielo: condenó al cuervo a estar sediento siempre, pues aunque la copa está cerca, la serpiente (constelación de la Hidra), no le permite beber.

En otra versión, Apolo estuvo un día tan enamorado de la princesa Coronis, hija de rey Flegias, que  cuando marchó a Delfos, confió a un cuervo blanco la tarea de velar por ella. Un día que el cuervo descuidó su vigilancia, Coronis se dejó seducir por un mortal llamado Isquis. Cuando Apolo se enteró de eso, se puso tan celoso que mató a la joven de un flechazo en pleno pecho. Como castigo por su negligencia, Apolo vistió al cuervo con un oscuro plumaje negro.

Constelación del Boyero (Bootes)

No está claro qué representa la figura del Boyero, y existen muchas versiones de su historia:

• Filomeleo, hijo de Demeter y Yasonte, primer agricultor del mundo según los griegos.

• Un labrador que manejó los bueyes con sus dos perros Chara y Asterión (constelación Canes Venatici o los Perros de Caza).

• El inventor del arado, lo que complació tanto a Ceres, la diosa de la agricultura, que pidió a Júpiter dar a Bootes una instalación fija permanente en los cielos como recompensa por lo que había hecho.

• Icario, que había aprendido el cultivo de la vid del dios Dioniso. Icario invitó a sus amigos a probarlo. Estos bebieron demasiado y despertaron a la mañana siguiente con tal malestar que supusieron que Icario había tratado de envenenarlos y por esto fue asesinado. Dioniso colocó a Icario en las estrellas para honrarlo.

El Boyero está íntimamente asociado al mito de las osas (Osa mayor y Osa Menor). Si se consideran como carros, o como osas, Bootes toma la personalidad del Boyero (conductor de un carro tirado por bueyes), o el guardián de las osas. Esta constelación es conocida desde los tiempos de la civilización griega y forma parte de las 48 constelaciones que el astrónomo Ptolomeo incluyó en su tratado astronómico del siglo II de nuestra era.